Un team que tira facha

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Buscador rosinegro

viernes, 10 de junio de 2011

El Sabor de la Victoria

Imposible resumir tanto en unas palabras. Créanme, lo es. Haré lo posible por mostrar al menos una cara de lo que es Sin Anestesia, o al menos una parte de ella. Algo tan grande, tan importante y tan profundo, difícil es de describir.

Muchas veces soñé con este momento. Y en esos sueños les aseguro, que yo no estaba dormido. O no necesariamente. Me lo imaginé despierto, me lo imaginé dormido. En definitiva, lo soñé en todo instante.

Y es que no hay nada más lindo que esto, nada más dulce que el sabor de la victoria, aunque a pesar de estar cerca, todavía lejos se encuentre. Porque la victoria significa algo que va mucho más allá del hecho simple y burdo de ganar. Implica muchos aspectos más, y también más profundos. Victoria es satisfacción, victoria es placer. Victoria es coronamiento de un proceso. Es el cierre del círculo perfecto. Es la consecución de un objetivo perseguido durante mucho o poco tiempo. Es el fin de un deseo, quizás, y probablemente el comienzo de otro. Es terminar con la espera, destruir la incertidumbre. Es la confirmación de la línea seguida, y la sugestión del camino a seguir.

Y siempre se imprime en el desarrollo para alcanzar el triunfo una gran cuota de esfuerzo. Levantarse a la mañana después de una larga salida, ahorrarse un gran almuerzo para llegar en condiciones al partido, alcoholizarse de menos - o de más- para estar óptimos para los encuentros. Y me pregunto cuántos círculos habremos dejado abiertos en nuestra vida. Cuántas veces habremos soltado el lápiz en el momento justo, cuántas veces habremos dejado de escribir por temor a fallar, cuántas veces habremos dejado de lado nuestros deseos simplemente por lo difícil de alcanzarlos. Y son muchos, sí. Lo son. Y nadie quiere dejar uno más sin cerrar. Porque genera inconformidad, porque causa dudas de uno mismo.

Hoy, Sin Anestesia tiene el lápiz en la mano. Y tiene el círculo casi perfecto. Le queda terminarlo. Resta darle el toque final, el moño. Y esto sólo se logrará mañana en el partido. Dándolo y dejándolo todo. Olvidándose de uno mismo para considerar sólo la existencia del equipo. Dejando de lado el propio interés para entregarse plena y completamente a la causa. A la causa victoria. A partir de ponerse la camiseta y jugar también por los que están afuera, por los que no van a poder estar, por los que ya se fueron, por los que vendrán, por los que nunca estarán, y por los que siempre lo harán. Por uno mismo, por todos y por nosotros. Porque somos nosotros, porque a pesar de no haber nunca salido campeones, el campeonato lo llevamos adentro. Falta expresarlo alguna vez, y me pregunto: ¿por qué no mañana? Si no es ahora, ¿cuándo? Si no somos nosotros, ¿quiénes?

En la vida nadie regala. Y menos un partido de fútbol. Entonces, declaremos la guerra, cultivemos el odio al oponente, y el amor a la pelota, y si nadie nos la da, robemos la victoria, hurtemos abierta o encubiertamente los 3 puntos. Porque Victoria es Vida, y todos queremos beber de ella.